Si ves la imagen de un pez saltando de su pecera a otra, puedes imaginarte que el texto que lo acompaña tiene que ver con emprender una aventura o salir de la “zona de confort”; siempre se relaciona el salir de la zona de confort con estos pececillos saltando de su pecera.
Pero, ¿qué es la zona de confort?
Esta es el entorno que conoce el pez y del que se siente parte. En la zona de confort se sabe seguro, está cómodo y se siente a gusto. En definitiva, es tener una vida placentera.
Ahora bien, hay peces que no tienen miedo a lo nuevo y son capaces de ampliar su zona de confort al explorar nuevas experiencias, del mismo modo que hay otros que prefieren quedarse en el lugar en el que se encuentran y otros que tienen miedo pero terminan saltando en busca de una mayor comodidad.
Entonces, ¿por qué salir de la zona de confort?
Esta es una pregunta muy razonable ya que si el pez se siente seguro, suena poco razonable que abandone esa comodidad y placidez por vivir situaciones que escapen a su control, ¿no? Salir de la zona de confort supone, indudablemente, tener que desaprender y aprender nuevos conocimientos, trabajando en la medida de mejorar unas habilidades que no tenía desarrolladas hasta ese momento. Supone, por tanto, un esfuerzo que no habría realizado permaneciendo al abrigo de su zona de confort.
Además, existe la incertidumbre acerca de esos cambios que pretende realizar. Esta incertidumbre se traduce en miedo a qué podrá pasar. ¿Lo conseguiré? ¿Fallaré? ¿Supondrá mi perdición? El miedo a lo nuevo es algo que es razonable que aparezca ya que se desconoce (porque no podemos ver el futuro) qué sucederá al lanzarnos en una dirección.
¿Y qué obtiene a cambio? Le cambia la vida. Al decidir salir de la zona de confort, el pez se permite vivir nuevas experiencias que le enriquecen física, psicológica y/o socialmente. Al salir de su medio (el agua) se enfrenta, por ejemplo, a respirar por vez primera fuera de ella, a no dejar de aletear en su transcurso hacia la pecera más grande, a la sensación del aire en contacto con las escamas de su cuerpo… y al caer en la nueva y más amplia pecera, siente una plena satisfacción por haber superado sus barreras físicas y/o psicológicas.
Sí, ese es en el mejor de los casos. Podría darse que el pez se enfrente a su miedo a la novedad y, al salir de su zona de confort, no alcance su objetivo y muera por encontrarse en un entorno para el que no está adaptado. También podría ocurrir que alcance ese objetivo pero le desagrade más que el entorno en el que se encontraba anteriormente.
En ti ocurriría exactamente lo mismo. El miedo a lo nuevo nos evita exponernos a situaciones que desconocemos y, de esta forma, nos protege nuestra integridad física. Estamos a salvo, muchas veces, porque el miedo a lo nuevo nos evita realizar conductas que nos podrían matar.
Sin embargo, en ocasiones es el cambio el que nos permitirá seguir viviendo. Cuando nuestra zona de confort se convierta en algo incómodo, aparecerá la necesidad de querer cambiarla o ampliarla junto con pensamientos temerosos que nos pretendan limitar nuestro campo de actuación.
Si sabemos manejar ese miedo a lo nuevo, podremos evaluar qué es lo que nos está frenando y cuál es la probabilidad de que ese hecho que imaginamos se dé. Del mismo modo, se puede también ejecutar un plan de acción para realizar en el supuesto de que ese hecho imaginado terminase ocurriendo. *Si no sabemos manejar ese miedo a lo nuevo, quizás sea el momento de pedir atención psicológica y darle forma en terapia.
Entonces, ¿salgo o no salgo de mi zona de confort?
Si te estás planteando hacer un cambio, esto parte de alguna razón (que algo en tu vida te parece displacentero o que quieres añadir nuevas sensaciones y experiencias a tu vida, por ejemplo). Si se trata de lo primero, igual hay que evaluar qué ha enrarecido tu zona de confort y manejar eso. A lo mejor, realizando ciertos cambios, puedes mantener tu zona de confort y solamente eliminar aquello desagradable...
Si lo que pretendes es tener experiencias y sensaciones nuevas, presumiblemente tendrás que ampliar tu zona de confort a actividades que nunca antes hayas realizado, aprendiendo nuevos conocimientos y desarrollando habilidades nunca antes trabajadas.
Plantearse realizar un cambio conllevará afrontar posibles miedos a la novedad y dudas acerca de ti; también provocará, cuando lo ejecutes, un cambio a nivel biopsicosocial y una valiosísima experiencia (esperemos que agradable).
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