La salud bucodental y la salud mental son las hermanitas feas del sistema sanitario en España. Si bien ambas están contempladas dentro de los servicios sanitarios por medio de la Seguridad Social, su acceso con carácter inmediato es siempre complicado.
La relación entre salud bucodental y salud mental ha sido, hasta ahora, bastante pobre. Esta se limitaba únicamente a establecer que se puede dar un pobre autoconcepto y baja autoestima en la persona a la que le faltan piezas en la boca, especialmente aquellas que son visibles en el momento de hablar o sonreír.
La correcta salud bucodental, o en su defecto, la presencia de todos los dientes en la boca se ha relacionado desde hace muchísimos años con un estatus socioeconómico elevado. Del mismo modo, en siglos pasados la belleza y el estatus elevado se relacionaban con tener una piel blanca porque eso significaba que no se trabajaba en el campo bajo el sol y, posteriormente, se procuraba tener una piel morena porque ello significa que se ha viajado y disfrutado a consecuencia de un elevado estatus social.
¿Quiere ello decir que la importancia y presencia de los dientes en una boca se debe únicamente a un concepto puramente estético de aparentar pertenecer a un estatus social concreto? No. La boca y los dientes cumplen una función vital: morder, desgajar, machacar, triturar y facilitar, de esa manera, la digestión de los alimentos.
Su cuidado es necesario para que sigan cumpliendo esta función y, para quienes confían su autoconcepto a la presencia de todos sus dientes en la boca obviando la función anterior, para que no se depriman anímicamente o retraigan en conductas sociales por la falta de estos.
Pero existe -o se está explorando- otra relación entre la salud bucodental y la salud mental que va mucho más allá del concepto de autoestima u autoconcepto. Una relación oculta a nuestros ojos que recientemente se ha puesto de manifiesto: Una enfermedad devastadora y degenerativa como el Alzheimer podría tener su origen en una bacteria cuya vía de entrada ha sido (redoble de tambores) la deficiente higiene bucal.
¿Y porqué es importante este hallazgo? Actualmente existen procedimientos médicos y biomarcadores capaces de señalar con cierta fiabilidad la presencia de la enfermedad antes incluso de que nos demos cuenta que la persona tiene Alzheimer. También existe medicación que sirve para minimizar el avance o progresión de esta demencia. Pero no hay nada que detenga este proceso neurodegenerativo; el Alzheimer no tiene cura.
Por tanto, más allá de las razones estéticas (una sonrisa deslumbrante) o exclusivamente bucales (evitar tener encías inflamadas, dientes cariados y dolor insufrible), tenemos otra razón más para mantener una correcta higiene y salud bucodental: proteger una de las vías de entrada a virus y bacterias del acceso de estas.
Este descubrimiento nos hace preguntarnos si la primera defensa contra una enfermedad responsable del 60 a 80% de los casos de demencia, causante de una pérdida progresiva de células cerebrales y de una pérdida de memoria, podría estar en un correcto cepillado y enjuague a diario.
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