Desde hace unos años ha habido un boom en terapias de tercera generación, entre las cuales destaca el Mindfulness sobre todas ellas. Con eso de que cualquier persona puede meditar, la acción es presumiblemente simple y accesible, y no requiere de ninguna equipación especial, mucha gente se ha apuntado a realizar estas prácticas meditativas de mindfulness.
¿Qué es el mindfulness?
Primeramente cabría diferenciar entre meditación espiritual y mindfulness. La diferencia, aunque simple, es necesaria puntualizarla. La meditación desde siempre ha tenido un rol primordial en numerosas prácticas religiosas o espirituales, siendo esta el camino al nirvana budista e hinduista o -incluso- una forma de acercamiento a Dios en otras religiones como la cristiana o el Islam.
Por su parte, el mindfulness es la práctica meditativa quitando toda connotación mística o religiosa. Cero misticismos. Sería, por tanto, una meditación secular que pretende abordar qué pensamos y la forma en la que nuestros pensamientos afectan a nuestras emociones y conductas.
Ello se realiza por medio de un enfoque desde el presente en los pensamientos que están cruzando nuestra mente en este mismo instante, permitiéndonos crear una distancia entre el pensamiento y nuestro ser y reconociendo cómo nuestro cuerpo reacciona fisiológicamente a tales pensamientos (aceleración del pulso, respiración agitada, etc).
Así que, a diferencia de lo que piensa la gente de que se trata de “poner la mente en blanco”, la meditación consiste en un duro entrenamiento mental por el que se desarrollan cualidades como la atención plena, la compasión y la gestión del estrés, la ansiedad y los pensamientos obsesivos o rumiantes.
Haciendo un paralelismo, pese a que vemos a la persona meditando en aparente calma y relax, por dentro está realizando todo un trabajo removiendo sus emociones y pensamientos, poniendo un énfasis en su atención plena y compasión. Esto sería como ver a un pato cruzar un estanque de lado a lado en aparente calma sin observar cómo en realidad cruza el estanque porque sus patas están moviéndose bajo el agua para generar el impulso que lo desplaza.
¿Qué ocurre cuando meditas?
Las primeras reacciones a una práctica de mindfulness son variadas. Hay quien logra seguir las instrucciones de la meditación guiada y te responde con sorpresa que conectó con una sensación de calma, paz y cuidado que jamás había tenido antes, mientras que otras personas se estresan porque consideran que no logran “domar” su mente y sus divagaciones en plena práctica.
Con las primeras me alegro por haber profundizado hasta un nivel insospechado y les hago saber que no siempre podrán lograr tal efecto; con las segundas, me alegro porque se hayan dado cuenta de que su mente divaga aunque se enfaden por ello. El enfado entra dentro de la normalidad porque todavía no se ha adquirido una postura de "no juzgar/no juzgarse".
- ¿Cómo? ¿No he escuchado el audio y seguido las indicaciones y te alegras?
- Sí. No pasa nada. Es común que nuestra mente divague mientras realizas la meditación y, si no ha divagado ahora, en algún momento lo hará. De hecho, que divague tu mente es genial porque así te da la oportunidad de permitirte volver al pensamiento, sensación o movimiento en que estás concentrándote. Sin saberlo, cada vez que tu mente divaga y vuelves a concentrarte estás trabajando tu habilidad para anclarte en el presente.
¿Cuáles son los beneficios de la meditación o Mindfulness?
La meditación lleva práctica, mucha práctica. No es algo que se realice una única vez y tenga resultados inmediatos. Pero, si se tiene una continuidad, sus beneficios no se terminan cuando suena el gong final de tu práctica de meditación.
Tras mucha (muuuucha) práctica se extrapolan los beneficios de la práctica meditativa formal a tu situación en el día a día, traduciéndose estos beneficios de la meditación en que adoptas una nueva perspectiva sobre tu situación actual; te permites afrontar tu estrés de una manera distinta al no dejarte arrastrar por las emociones o pensamientos fruto de la ansiedad; aumentas tu autoconsciencia, tolerancia y paciencia; reduces los pensamientos en bucle y emociones negativas asociados, y funcionas desde el presente.
Siendo específicos, el impacto de la meditación mindfulness sobre el estrés se ha demostrado en estudios relacionados con el nivel de cortisona (también llamada "hormona del estrés"). La práctica meditativa continuada dio lugar a una reducción de la percepción de estrés psicológico y, además, una menor liberación de cortisona. Esto significa que no sólo te percibes con mayor calma, sino que además físicamente tu cuerpo está menos estresado.
Respecto a variables como la atención o concentración, sendos son los estudios que relatan una mejora de la atención tras una práctica continuada de meditación mindfulness. No en vano, uno de los pilares de la meditación es el anclaje en la respiración y el abordaje, desde este, de aquello sobre lo que vayamos a meditar. La práctica del anclaje es una práctica de la focalización de la atención.
En referencia a sintomatología depresiva y rumiación de pensamientos, el impacto de la meditación mindfulness también parece ser determinante sobre la cantidad de pensamientos negativos que se puedan tener. Según estudios acerca de la eficacia de la meditación mindfulness, la práctica meditativa causó una reducción en la cantidad de pensamientos negativos que se tenían.
Además, al hilo de los pensamientos negativos hacia sí, la meditación mindfulness ha probado ser efectiva para la reducción de problemas de sueño. La capacidad adquirida de desapego de los pensamientos (y control/redirección de tu foco atencional) te permite no caer en pensamientos intrusivos o recurrentes que te quiten el sueño.
Finalmente, potencia un mayor autoconocimiento. Por tanto, tu conciencia acerca de qué te dices (o cómo te lo dices) es -en sí- un precursor de cambio. ¿Seguirías tratándote mal si supieras que lo estás haciendo? Probablemente no. Así que ganar ese conocimiento acerca de tu forma de relacionarte contigo será el inicio del cambio en tu forma de ser.
Como imaginarás, esto cambia tu forma de relacionarte contigo y con tu entorno, permitiendo que experimentes tu forma de vivir de una manera muy distinta a como la estabas haciendo.
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